El Piano

jueves, 11 de junio de 2009

NO MIRE A TRAS NI UNA SOLA VEZ

Había llegado hasta allí después de haber tenido un bonito sueño que me despertó temprano. Necesitaba respirar aire limpio, oler a árboles, a hierba, olvidarme del ruido de los coches, del trabajo, de los problemas de cada día.
Por un sendero bordeado de abrazados árboles se podía acceder al bosque.
Caminaba bajo los rayos del sol que a trompicones se filtraba entre las altas piedras y los arrugados troncos, creando caprichosas sombras.
Mis zapatillas hacían música al pisar las hojas secas que sin consideración se enredaban en mis cordones.
Las extrañas formas de los árboles y de las pequeñas rocas arrastraron mi mente al mundo mágico de los cuentos, el fuerte olor a infancia inundaba el paisaje y en un abrir y cerrar de ojos, envueltos en nubes de fantasía los vi a todos: gnomos, elfos, campanilla, trasgos y hasta una bruja haciendo pócimas en su perola.
Se movían con gracia, cada uno a lo suyo. Campanilla revoloteaba de hoja en hoja. Con sus alas transparentes dejaba tras de sí estrellitas de colores que un trasgo juguetón, a saltos, intentaba coger, aunque ella traviesa lo esquivaba sin cesar; esto provocaba risas en la bruja que sin parar de remover el cucharón del puchero miraba por la ventana de su cueva.
- ja, ja, te pillará, Campanilla
Picarona y mal intencionada soplaba el fuego provocando golpes de humo, que escapándose por la chimenea volaban hacia campanilla queriéndola envolver en su espesura, pero la pequeña mariposa, con increíbles movimientos se alejaba de él y soltaba con más gracia aún sus estrellas de colores.
Entre los matorrales, los gnomos laboriosos canturreaban canciones desconocidas mientras realizaban sus tareas, los elfos recogían hojas de matorrales y arbustos que una vez limpias transportaban en pequeñas carretas a un taller alquímico donde se podía leer, a la entrada... " botica".
Yo miraba sin parar a unos y a otros
-no es posible que pueda estar viendo esto- me decía
De alguna manera que no quiero saber, uno de los elfos se acercó a mí y con un suave lenguaje me dijo
- es posible, en este momento eres una niña, si lo deseas puedes formar parte de este cuento.
De un salto cruce los pocos escalones que me quedaban de realidad y lo mismo que Alicia, entre en el país de las maravillas.
Mis pupilas brillaban como espejos y se movían inquietas mirando asombradas el poblado de pequeñas casitas pintadas de colores y tejados de paja
Una murga de gnomos vino hacia mí haciendo sonar extraños instrumentos de donde salían alegres melodías, sus saltos y volteretas les daba un aire divertido que me hizo reír.
Me llevaron hasta la plaza donde un pequeño mercado exhibía caramelos en forma de flores, frutos exóticos de riquisimo sabor y jugosos zumos. Me hicieron bailar, cantar y horas enteras jugué con todos ellos.
Al final del día,con la tripa bien llena de sabrosos manjares, acostada entre gnomos, oí increíbles aventuras que la mamá, incansable, nos contó hasta dormirnos.
No recuerdo si soñé pero si pude oír una voz que me decía
- cuando se acabe este sueño atravesarás el mundo de fantasía, si no quieres olvidarlo y deseas volver alguna vez, al salir del bosque no mires atrás.
Desperté sentada en una piedra, enfrente de la cueva donde restos de fuego me hicieron recordar a la bruja y su perola.
Salí del bosque contenta, feliz, agradecida y para no olvidarme no miré hacia atrás ni una sola vez.

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