En aquel momento la vida puso ante mí un libro en blanco rodeado de actos, pensamientos, sensaciones y aptitudes, creándome la obligación de escribir con ellos correctamente sus páginas, dándome al mismo tiempo la libertad de equivocarme y poniendo en mis manos las herramientas adecuadas para corregir los errores.
No es la vida la que está obligada a darme lo que espero de ella, aunque en el caminar me empuje la esperanza, por el contrario, es ella la que espera de mí que cuando escriba la última página y ponga fin a mi libro, me despida con una sonrisa en el rostro y el agradecimiento dibujado en el corazón.
Dependiendo de como escriba el libro me despediré sintiéndome más o menos afortunada de haber paseado por el frondoso bosque que es la vida.
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