IMPACIENTE ESPERA
Como cada día, Marina, volvió a aquella esquina, su escaparate lleno de gafas, audífonos, alguna que otra lupa y un pequeño pitufo leyendo un libro, no conseguían llamar su atención.
El reloj, indiferente a su inquietud, marcaba los segundos muy lentamente; la noche con su aplastante calma, provocaba en ella fantasias incómodas y cincelaba de recuerdos su impaciente espera.
Todo empezó con una cita, una reunión de amigos y unas cuantas copas de más pero...lo que sucedió poco después no estaba planeado.
Aquella habitación, en penumbra, modeló el futuro y ahora ella, cada noche, en aquella esquina esperaba su regreso. Una semana más y saldría a buscarlo.
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