El Piano

jueves, 25 de marzo de 2010

CUANDO NOS CONOCIMOS

Sus pupilas de un negro intenso me hipnotizaron y su voz cálida me impidieron levantarme del banco.
Fue una conversación banal, sin perspectivas de nada, pero interminable; ni ella ni yo podíamos deshacer el embrujo que nuestro inesperado encuentro había provocado.
M e habló de su niñez, de su adolescencia, de su trabajo y de sus sueños; yo la correspondí del mismo modo y sin apenas darnos cuenta el manto del ocaso nos envolvió. Cabalgamos juntos en el perfume de la noche; dulzura, amor, pasión, magia y un sueño inexistente nos llevó hacia la aurora. La mañana nos sorprendió en un abrazo y un adiós sin palabras fue el último testigo de aquel encuentro.
Recuerdo que cuando nos conocimos ella me dijo:
-" Te doy el punto final. Es un punto muy valioso, no lo pierdas. Guardarlo en tu corazón, ahí estará seguro. Cuando estés preparado úsalo y decide, te dejo a ti la elección. Podemos ser peregrinos del mismo camino y si tu quieres dejaremos que el amor nos ate con sus lazos y nos envuelva con su olor".
Hemos atravesado el tiempo y aquel punto final marcó el principio de un sereno y largo
peregrinar.

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