
Tania, la gitana, cuidaba a sus cuatro churumbeles y limpiaba escaleras de algunos payos que vivían en grandes casas. Por las noches apenas sonaba el timbre del teléfono lo descolgaba, ansiosa, por escuchar a su gitano. 

- ¿ cómo están los churumbeles ?
- te echan de menos
- en cuanto arregle la fragoneta voy pa ya
- no, aún no, me quedan unas cuantas braguis, estas payas son mu agarrás
- y los malecotones ¿ cómo van ?
- ¡¡ podríos !!
- ¡¡ ay, mama !! seguro que los pones mu baratos y no se fían
- ¡¡ que va !! que se ve que son frescos
- pos vente pa ca, a los churumbeles les va a salir la barba y además no se acordan de ti
¡¡ ainnsss, mi gitana !!.......... que no puedo
- ya te dije que la llevaras al taller
- y lo hice, pero no me llega el parné
- no, si querrás que te mande yo algunas perras
- pos no estaría mal, aquí los primos quieren que invite de vez en cuando, digo yo
- pos que te inviten ellos
- ¡¡ ainnss mi gitana, que agarrá eres !!
- y de las zapatillas ¿ qué ?
- na, si es que son números mu bajos y no entran en los pies de las payas
- pos las estiras con cartones, que te lo tengo dicho
- mi gitana
- que me acordo mucho de ti
- pos así tienen que seguir hasta que yo vuelva
- pos ven ya, que el primo de al lao las quiere calentar
- ¡¡ ay mi gitana !! que ma pones celoso
- pos mañana mesmo meto las braguis, los malecotones y las zapatillas en una caja y sin frenos ni na voy pa ya
- ese es mi Manuel. Así, decidio. Estoy segura que con los celos que me tienes eres capaz de venir sin frenos y aterrizar encima de mi
- ¡¡ mi gitana !!
- ¿ qué ?
- na, que te quiero
- ¡¡ ay mama !! y yo a ti.

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