El Piano

martes, 14 de abril de 2009

TIERRA

Me llamo Gaia, nací un día sin principio ni fin en medio de una mágica explosión del universo, mi padre.
Nubes algodonadas y vientos danzarines acunaron mi venida mientras miles de haces luminosos y truenos ponían música de fondo.
Debí de ser hermosa porque enseguida un pretendiente comenzó a girar a mi alrededor, la Luna, pequeño satélite al que muchos gustan de llamar Selene. Bello pero tímido siempre me muestra la misma cara, no como yo que coquetamente giro alrededor de una bola de luz que cada día me hace cambiar de posición.
Era un lindo y agraciado mundo de extensas explanadas repletas de una arena fina como el talco, grandes y gigantescos bosques me llenaban de verdor, generando con su respirar vida incesantemente, montañas que con orgullo se elevaban a lo alto queriendo tocar las nubes, pequeños y grandes riachuelos correteaban traviesos inundándome de frescor y sonido; seres increíbles reptaban por mis verdes praderas mientras otros trepaban persiguiéndose divertidos entre los árboles, pequeños roedores horadaban la tierra para mecer a sus crías; al norte y al sur masas flotantes de hielo se erguían majestuosas cobijando, entre sus escalones, seres vestidos de etiqueta que caminaban a trompicones; el aire, repleto de oxígeno, impulsaba con gracia el bailoteo de las aves que en grandes bandadas volaban entre las nubes surcando mis cielos dibujando en ellos divertidas piruetas; el mar, como un gran zafiro azul y cristalino, dejaba ver su interior en donde multitud de peces, de diferentes tamaños y colores, hacían muecas con sus gordinflones labios al tiempo que con sus aletas parecían decir adiós; y envolviendo todo este mundo pleno de vida el cielo, de color intenso, ponía su toque regalándome cada noche infinitos farolillos de luces que parpadeaban haciendo guiños a mi pretendiente.
Todo era un proceso que se completaba entre sí perfectamente; todos convivían en calma, la vida se iba desarrollando lenta pero imparablemente hacía la armonía. Todo en mí era perfecto, pero....... la perfección aburría a los dioses y con el privilegio que tienen de hacer y deshacer no se les ocurrió otra cosa que crear un ser único e inteligente, capaz de pensar y utilizar aquello que inocentemente yo ponía a su alcance.
Al principio fue divertido, yo les veía crecer y multiplicarse al tiempo que exploraban mis entrañas, descubriendo en ellas tesoros escondidos: el fuego, los metales, las semillas, etc.
Poseían, como hijos de dioses que eran, conocimiento y sabiduría, utilizándolos sembraron campos, trabajaron metales, domaron el fuego, recogieron frutos de los árboles, se alimentaron de los peces de mis aguas y construyeron poblados y ciudades.
Yo como cualquier madre tolerante les veía hacer.
En tanto que su habilidad crecía, su interior se iba transformando. Por sus ojos se asomaron la codicia, el odio, la envidia y con todo ello hicieron un coctel donde la armonía y la paz no tenían cabida.
No sólo destruyeron mis árboles, contaminaron con productos venenosos mis aguas, cambiaron el azul intenso del cielo por un gris repleto de humo, minaron mi vientre con explosivos para sacar de él mi sangre y mis fluidos, consumieron mi oxígeno añadiéndoles sustancias irrespirables, horadaron mi atmósfera, rompieron mis hielos y extinguieron razas enteras de animales, también nació entre ellos el rencor y se sumergieron en grandes luchas donde los poderosos abatían sin piedad a los más débiles.
Yo gritaba sacudiendo mis mares, mis tierras, les mandaba avisos cada vez con más fuerza: terremotos, huracanes, riadas, inundaciones, sequías; pero el ansia de poder y de dominio no les permitía oír ni escuchar mis lamentos.
Hoy rota, casi destruida y apenas sin recursos quisiera hacer una llamada a todos aquellos humanos que sienten dentro de sí mi dolor, que palpitan a mi ritmo o, que luchan con ahinco por ayudarme, porque saben que ayudándome a mí se ayudan ellos mismos.
Mi llamada es un grito de advertencia pero, como madre que soy, también pongo en mis labios y mi garganta una inequívoca y prometedora palabra: ESPERANZAZA

1 comentario:

Pilar Bonilla dijo...

GENIAL¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

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